Azul o verde o morado cuando el sol
lo dora falsamente de rojo
es áspero el mar(¿?), casual(¿?) o blando,
una vez es abismo y otra espejo.
Evoco porque siento viejo
Lo que en mí quisiera más que el mar
Ya que nada queda allí por descubrir.
(...)
Más sueño...el mar es agua, es agua desnuda,
sierva del oscuro ímpetu distante
que, como la poesía, viene de la luna
que una vez lo derriba y lo levanta.
Mas, por más que descante
sobre la igonrancia natural del mar,
lo presiento, de pleamar, al murmurar.
¿Quién sabe lo es el alma? quién conoce
qué alma hay en las cosas que parecen muertas.
Cuanto en tierra o en nada nunca olvida.
¿Quién sabe si en el espacio vacío hay puertas?
Oh, sueño que me exhortas
a meditar así la voz del mar,
Enséñame a saberte meditar.
si así es y si vosotros y el mar inmenso
sois cualquier cosa, vosotros por sentirlo
y el mar por serlo, de esto que pienso;
si en el fondo ignorado del existir
Hay más alma que la que puede ascender
a nuestra vana superficie, como la del mar,
hacedme libre, al fin, de ignorarlo.
¡Dadme una alma transpuesta de argonauta,
haced que tenga, com el capitán
o el contramaestre, oídos para la flauta
que a lo lejos llama nuestro corazón,
hacedme oír como un perdón,
en una reminiscencia de enseñar,
el antiguo portugués que habla el mar!
Fernando Pessoa, Fragmentos en: Poemas esotéricos.
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