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...llegué una hora más temprano. Ordené un té negro helado. No me comí el limón que adornaba el vaso como suelo hacerlo. En lo que traían el aperitivo (no tenía tanta hambre) me puse a leer el libro que me acompañó todo el dia. El nacimiento de la tragedia. Quiero recordarlo porque después empezaré (de nuevo, la primera vez no lo concluí) Así habló Zaratustra. Le prometí a Lalo que buscaría mis apuntes; que la próxima vez que nos vieramos allí, en aquel lugar, tan cerca de la casa de mi abuela, que hablaríamos de poesía, filosofía, ciencia, música. En fin, de la vida, la que no podemos contarnos a diario... la que salta y se inquieta cada vez que nos vemos porque estamos lejos. Lejos para reír o caminar; para leer, para que él toque a Chopin y me diga que está muy nervioso. Para hacernos cómplices del asombro, de este sudor frío y delicioso cada vez que nos miramos pasar en las aceras de un lugar que compartimos desde los doce años.
Pero eso tú no lo sabes. Te miré desde lejos y traías unos lentes oscuros. Te quitaste los audífonos del Ipod. Sí, estaba un poco ansiosa, había llegado temprano. Me paré a recibirte antes de que te aproximaras hasta mi mesa. Te di un beso en la mejilla. No había tanto furor en el hecho de que eras tú, sino de que por fin estabas conmigo.
Fuimos al cine, tienes buen gusto. Había puesto mi bolsa para separanos, pero te hiciste camino. Terminamos abrazados y en la oscuridad pensé en lo mucho que me gustaba tu perfil, en esa barba que te iba tan bien. En la expresión que toma tu rostro cuando cierras los ojos, enmedio de una oscuridad tan ténue...
Ya en tu departamento, me puse a observar los libros. Luego tu mesa y el sillón de piel. Todo estaba tan limpio, como sin esperar a nadie. En tu refrí habia unos chocorroles y lo que había quedado de una comida china. Me pregunté si tú hacias el aseo o contratabas a alguien. Destapamos dos cervezas, pusimos música y apagamos la luz. No había taquicardia....
... De regreso a mi casa pensé en que todo había estado bien. En que tu cuerpo abraza lo suficiente, sin llegar al agotamiento pero sin permitir el descanso. En que tus brazos se acomodan en los míos y en que podemos hablar quedito sobre películas extrañas, o movimientos políticos, o los cambios de casa. (Eso, que también es la vida) Te recomendé la Obediencia Nocturna, y el corazón dio un sobre salto. "No puedes creerle al narrador", musité, y me quedé callada, con los ojos bajos.
Me diste mucha confianza. Eres tierno. Además atento y respetuoso con los tiempos y las distancias. No hablas más de lo debido. No te comprometes más de lo deseado.
Caminando entre los transeúntes, me tomaste de la mano. Me acompañaste entre la gente, en la hora en que todavía se podía ver luces en la casa. Oí a Chopin, como entre las hojas. Te dije que no podía concebir a alguien que viviese sin música. Asentíste. Te dije también que de chica tocaba el piano. Me preguntaste que si aún lo hacia. Respondí que no. Inquieta aseguré que sin un niño oye música durante su desarrollo crece con mayores habilidades; que era importante porque el ritmo se lleva en toda la vida: en las letras, en el caminar, en el baile, en los cuerpos. Moviste la ceja un poco. Callaste. Volví a la carga diciendo que me sentía atraída por la imaginación, que a veces hay personas con tal genio, que su imaginación raya en la locura. Moviste la ceja de nuevo, susurraste un tal vez. Te hablé sobre las letras, sobre la creatividad en la música...un poco exaltada te dije que algo de lo más difícil que quise tocar alguna vez fue el Op. 9 No. 2 de Chopin. Abriste un poco más los ojos. Cerré los míos y empecé a tararearlo. Dijiste que no lo conocias. Suspiré. Volteaste hacia el ruido de los carros.
Ya aquí, en mi guarida, entre mis libros y el olor de mis tardes, me bañé. Puse música de piano. Mi madre habló por teléfono y me preguntó como me había ido estos días. Dije que bien. Me preguntó por algún pretendiente. Le dije que todo bien. Luego interrogó sobre si estaba sola. Le dije que sí. "Es que se oye música como la que te gusta" afirmó. Luego de un silencio arguyó que no me percibía tan contenta. Le dije que todo normal.
Cuando colgó cerré los ojos y me puse a escuchar esta música. Recordé que me dejaste en la
puerta de los edificios, ni más allá, ni más acá. Me preguntaste cuando nos veríamos. Dije que me hablaras.
....me di cuenta de que no podrías entender lo que quiero decir cuando digo que me gusta Chopin.
Pero eso tú no lo sabes. Te miré desde lejos y traías unos lentes oscuros. Te quitaste los audífonos del Ipod. Sí, estaba un poco ansiosa, había llegado temprano. Me paré a recibirte antes de que te aproximaras hasta mi mesa. Te di un beso en la mejilla. No había tanto furor en el hecho de que eras tú, sino de que por fin estabas conmigo.
Fuimos al cine, tienes buen gusto. Había puesto mi bolsa para separanos, pero te hiciste camino. Terminamos abrazados y en la oscuridad pensé en lo mucho que me gustaba tu perfil, en esa barba que te iba tan bien. En la expresión que toma tu rostro cuando cierras los ojos, enmedio de una oscuridad tan ténue...
Ya en tu departamento, me puse a observar los libros. Luego tu mesa y el sillón de piel. Todo estaba tan limpio, como sin esperar a nadie. En tu refrí habia unos chocorroles y lo que había quedado de una comida china. Me pregunté si tú hacias el aseo o contratabas a alguien. Destapamos dos cervezas, pusimos música y apagamos la luz. No había taquicardia....
... De regreso a mi casa pensé en que todo había estado bien. En que tu cuerpo abraza lo suficiente, sin llegar al agotamiento pero sin permitir el descanso. En que tus brazos se acomodan en los míos y en que podemos hablar quedito sobre películas extrañas, o movimientos políticos, o los cambios de casa. (Eso, que también es la vida) Te recomendé la Obediencia Nocturna, y el corazón dio un sobre salto. "No puedes creerle al narrador", musité, y me quedé callada, con los ojos bajos.
Me diste mucha confianza. Eres tierno. Además atento y respetuoso con los tiempos y las distancias. No hablas más de lo debido. No te comprometes más de lo deseado.
Caminando entre los transeúntes, me tomaste de la mano. Me acompañaste entre la gente, en la hora en que todavía se podía ver luces en la casa. Oí a Chopin, como entre las hojas. Te dije que no podía concebir a alguien que viviese sin música. Asentíste. Te dije también que de chica tocaba el piano. Me preguntaste que si aún lo hacia. Respondí que no. Inquieta aseguré que sin un niño oye música durante su desarrollo crece con mayores habilidades; que era importante porque el ritmo se lleva en toda la vida: en las letras, en el caminar, en el baile, en los cuerpos. Moviste la ceja un poco. Callaste. Volví a la carga diciendo que me sentía atraída por la imaginación, que a veces hay personas con tal genio, que su imaginación raya en la locura. Moviste la ceja de nuevo, susurraste un tal vez. Te hablé sobre las letras, sobre la creatividad en la música...un poco exaltada te dije que algo de lo más difícil que quise tocar alguna vez fue el Op. 9 No. 2 de Chopin. Abriste un poco más los ojos. Cerré los míos y empecé a tararearlo. Dijiste que no lo conocias. Suspiré. Volteaste hacia el ruido de los carros.
Ya aquí, en mi guarida, entre mis libros y el olor de mis tardes, me bañé. Puse música de piano. Mi madre habló por teléfono y me preguntó como me había ido estos días. Dije que bien. Me preguntó por algún pretendiente. Le dije que todo bien. Luego interrogó sobre si estaba sola. Le dije que sí. "Es que se oye música como la que te gusta" afirmó. Luego de un silencio arguyó que no me percibía tan contenta. Le dije que todo normal.
Cuando colgó cerré los ojos y me puse a escuchar esta música. Recordé que me dejaste en la
puerta de los edificios, ni más allá, ni más acá. Me preguntaste cuando nos veríamos. Dije que me hablaras.
***
....me di cuenta de que no podrías entender lo que quiero decir cuando digo que me gusta Chopin.
14 comentarios:
Sin lugar a dudas me encanta la forma en que escribes, me transportas en tu espacio y en tu tiempo, imagino tus letras como si estuviera viendo una película.
Nunca, por más que lo desees, por más que lo anheles, por más remordimieno que cause el "quizá", por más sonrisas que pinten una despedida y pro tantos llantos que te reciban con los brazos abiertos, por más que lo desees, nunca jamás confíes en el narrador.
Pd: en lo personal desconfío de la gente que gusta cubrir de sus ojos, es como polarizar el ventanal hacie la verdad, como susurrar en una reunión de viejos amigos, como odiar soñar despierto, como opacar el mundo a través de una mirada...
ayyy sabes? a veces me preocupa lo mucho que podemos encontrarnos en la vida, lo mucho que se parece una vida a otra, de como Chopin tiene significados tan cercanos para ti y para mí, como una espera se hace tan desesperadamente esperada por casi cualquiera en el planeta, y a la vez es tan especial. Me dejaste con el corazón apretado, muy muy apretado.
besos
pero los silencios, las ausencias, los vacíos en la mente, el no entender, la incomprensión vital todo eso son ni más ni menos que la posibilidad amiga. La negación es lo posible, la completa positividad es también la perenne inmovilidad.
[...]podemos hablar quedito sobre películas extrañas, o movimientos políticos[...] Ahh hermoso.. hermosoo.. kreo ke iré al Df y te robaré tu parte escribidora- del cerebro ...eww.. el Df... no mejor esperaré a que pases por pueblita.. jojojo.
ps.- Quiero tu autógrafo
Gran relato, muy terso y amable.
Cuentas las cosas muy rico.
Un saludo.
Caray, si nos ponemos a desconfiar del narradar no sè ya en qué diablos vamos a creer; nada queda.
Qué dos líneas finales más melancólicas.
la confianza es el ingrediente con el que comienza el amor
también curiosamente de tanta confianza llega a destruirse
desnudos, ya no hay más que hacer queda construirse para después destruirse poco a poco.
la canción de hermoso cariño suena en este momento
mi vecino está borracho a las 11.29 am y canta a todo pulmón
antenoche besé tantas veces (como en la canción de jeannette) a un irlandés guapísimo, buen bebedor,
dicen que los irlandeses son buenos bebedores, de esos que te tumban...sí, era buen bebedor
tranquilo
coherente
risueño
amable
al final quedamos empatados, pedimos la última cerveza y la bebimos juntos.
bailamos en un antro asqueroso con puerta ¡transparente! de cortina de baño, peor que los chuchis mana, ahí al menos es negra jo
todo fue ahhhh
quizás no lo vea jamás
quizás sí
pero la confianza y su olor fueron la noche...
salú
Todos tenemos historias que contar; lugares, espacios, tiempos, cuentos que queremos recordar, y los que no queremos recordar ni siquiera le damos la importancia de escribirlos o si?
Buena historia...
un saludo
no, ellos nunca entienden nada...
Llegue aquí por casualidad... por que la casualidad siempre es tan sabie. No me atreveré a decir que te entendi, como si el no lo hizo, pero me hiciste recordar que el no entiende cuando le digo que me gusta Benedetti, leer Rayuela y escuchar mil veces Toma cinco...
Que lindo escribes
Shaka: VAya, siempre es un gusto leerte por aquí. Gracias por tu apreciación, jeje, si, yo también lo vivi como de pelicula... y lo viví enmedio de una película, al menos la primera parte, jejeje...abrazo
Muerto desconocido: Ahhh...los narradores me causan no problemas, pero si inquietudes varias. He sido una lectora cómplice de ellos... vaya, sólo pido verosimilitud. En la Obediencia nocturna me dejé perder. La posibilidad, la posibilidad, la posibilidad ante todo, después de la incertidumbre. Respecto a la desconfianza que produce no mirar a los ojos...sí, podría decir que concuerdo contigo, pero yo a veces bajo los ojos porque no con todo mundo deben desvelarse los secretos, no con todo el mundo puede uno andar desnudo, vulnerándose. Un saludo grande y un abrazo, gracias por la huella.
Debora: Sí, te entiendo, no sabes cuanto. Pero en mi caso son pocas las personas con las que me he encontrado, o bien, me he encontrado en ellas. Cuando llega una casualidad, (o causalidad) así, también se me oprime el pecho. Creo que tú y yo compartimos, si no la misma experiencia por la música, sí que la música ha sido para nosotras una experiencia muy importante en nuestras vidas. Sí... en ese sentido, nos encontramos. Un abrazo muy muy grande, a ese corazón apretado. Muchísimas gracias por tus palabras.
Janik:La posibilidad. Tienes razón. No todas las personas deben ser iguales, no no no. Este andar entre tanta gente, es lo posible. Los silencios, sus silencios tal vez, algún día, lleguen a enamorarme. Tal vez no vuelva a llamarlo en mucho tiempo, tal vez deje su número a propósito en un parque. La posibilidad... pero fue bueno, de verdad fue bueno.
Un abrazo grande grande, como de condominio de los 70`s
QUerido Banju: Eso de hablar quedito de las cosas que también hacen la vida, es la O N D A. Definitivamente, que las personas sean tan distintas, permiten experiencias tan diversas. ESo es la vida, y que rico. Abrazo fuerte y grande para usted.
P.S. Ya iré a Puebla, no se preocupe, y a parte de mi mitad de cerebro escribidor, espero que también me robe un café. Un beso.
Isteri: Gracias por tu visita. GRacias también por el adjetivo rico... iba a escribir que espero no perder el sazón, pero la verdad, la verdad, espero no perder las experiencias que provocan esto. Eso le da sabor a la vida, que a fin de cuentas, de eso se trata este relajo...¿Qué no? un abrazo para usté también.
Lear: Ah, a esa conclusión llegué una vez también...preferí perderme. Sí, son melancólicas, como melancólico es ese nocturno. Gracias por la visita, espero que se de sus vueltas por aquí, que sus letras (ja, ya rolé el link de Borges y Dr. House) ya serán un recorrido mío. SAludos varios!
Anónima: VAya, que gran noche fue, según lo aprecio. La confianza, sí, la confianza. La que no se da a cualquiera, la que no debe de dársele a cualquiera. Muchas gracias por tus letras, impresiones, pero sobre todo, y ante todo, por ser ese ser humano, uno de los pocos a los que puedo llamar AMIGO. Muchos abrazos.
Zoe:anda usté desaparecida o es ue no tengo bien su link?????? avísame si tienes otro blog!!!!!! please. Gracias por la huella, espero saber de tí pronto!
SAndy Palacios: jeje, pa que te digo que no, si SIIIIIIIIIIIIIIIIÍ!!!! Me quito el sombrero.
Arquitec(tal) Antes que nada, que bueno que la casualidad de trajo a este espacio. Se te agradece la visita y tus letras aquí. ¿Verdad, verdad que a veces uno quisiera que entendieran, aunque sea un poquitooooo?
Abrazo
curioseando desde argentina lei tu relato con detenimiento y algo de similitud a situaciones vividas por mi, pero permitime un infimo consejo, "a veces las cosas hay que decirlas y no sugerirlas" ya que ellos el sexo masculino, carece de sutileza. me encanto lo disfrutè a tu domingo. abrazos M Virginia.-
Virginia: Gracias por leer el relato...caramba, me pasé por aquí después de un mes y encuentro tu comentario. Yo nunca, nunca, (aunque pase tiempo) dejo de responder a las letras que hacen favor de dejarme. Gracias, por la huella y el consejo.
Abrazo
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