Adagio


I

“Te quiero” había dicho con su voz un tanto grave, desnudo, en el cuarto de hotel. “¿Y porque me lo dices?” contestó ella, con un tono de reproche más que de duda. ¿Y por qué no? Rió él, finalmente. Luego se abrazaron como dos adolescentes y el la besó, ávido como hacía pocas horas en el estacionamiento de la plaza comercial.

Estaba nerviosa. Le había llamado esa tarde porque, de visita en la ciudad, quería verlo. Pero del mismo modo deseaba que le dijera que no. Él ya había sido demasiado explícito: “lo que tenemos pendiente” … después pensó en que quizá debían cerrar un ciclo. También pensó en que llevaba huaraches, y debía lavarse los pies.

Llegó, despreocupado, y exclamó algo que la hizo sonreír… lo besó en la mejilla porque habían pasado dos años, había vigilantes y a pesar de todo quería interponer algo de distancia. Eso pendiente, no interfiere con el afecto. Eso pendiente es una aventura.

Pero a los pocos pasos y a las preguntas siguientes se besaron frenética y alevosamente. Luego hubo un suspiro largo. Se tomaron de las manos y caminaron bajo los postes de luz (y ella pensó en las farolas), hacia el automóvil.

II

No tenía llaves. Esperó una hora decorosa para llegar y que le abrieran. Entre tanto decidió tomar un café en el Vips. En la tele López Obrador y la privatización del petróleo. Tenía sueño. Cuando olió el desayuno de las mesas continuas, infirió que estaba demasiado cerca de la cocina. El señor de junto viene porque le gusta la mesera, pensó. Vio que le sirvieron avena y él la pidió más caliente. El jugo de ella llegó rápido. La fruta no. No importaba, tenía que esperar a lo mínimo dos horas, a que dieran las nueve. Pensó, entre el frío de la mañana de hacía algunas horas y el calor que poco a poco también iluminaba, que de verdad le gustaba el despertar de las ciudades.

III

Durmieron un poco. Él estaba cansado y ella sabía la razón, aunque no quería recordarlo. Me gusta mentirme pensó, mientras veía su espalda y acariciaba la cabeza que había traído chinos y pelo largo…y que no conservaba ni siquiera un rastro de la mata rizada. Ella sintió que la acercó a su cuerpo. “Te vas a cansar con el brazo así” Le dijo. “No, no me voy a cansar, y si lo hago, lo saco quedito, para no despertarte…”

Apagaron las luces, quedó el destello del televisor, mudo.

IV

Ambos tenían que hacer. Siempre existe eso. Pero no fue la alarma del reloj lo que lo despertó para seguir en su cuerpo. Más bien fue el aroma de la piel reconocida, el gemido que provocó el roce de su espalda, la resurrección de su boca. En cuestión de minutos estaban otra vez uno encima del otro, y así continuaron hasta que ella desistió. No estaba concentrada, o más bien, todavía pensaba demasiado. “No te preocupes” dijo él, “es el primer encuentro, el primero de muchos” ella asintió y recargó la cabeza en su pecho. “mira lo que provocas” dijo él, acercando su oído al lado izquierdo. “Alguien me dijo que la taquicardia era la caligrafía del corazón”, murmuró ella. “Entonces yo tengo una letra de la chingada” contestó él, encendiendo un cigarro.

V

Ya eran casi las siete de la mañana. Él debía ir a la universidad so pena de reprobar la materia por faltas. Ella debía alaciarse el pelo e imprimir un trabajo para la presentación. Se dio cuenta que no cargó las llaves. No quiso decirle nada, (la posibilidad de las letras) y en vez de eso le pidió que la acercara a un café.

VI

Ella se bajó del carro. Antes de irse él la besó otra vez, con fuerza. “El primero de muchos” repitió, cariñoso.

Cuando ella iba a cerrar la puerta del auto él le exclamó, casi con euforia: “Te quiero”. Ella esbozó una risa, más que de burla, de complicidad. Quería decirle “Yo también” pero recordó que las palabras se gastan. Le mandó un beso y lo vio empañado, detrás del vidrio.


Ella recordó lo mucho que le gustaba el despertar de las ciudades. Y ya lejos del ruido del auto, se preguntó si esa mañana él cogería con su novia.

Debe de estar cansado, pensó.





[Nota, imagen de Robert Doisneau]

4 comentarios:

Débora Hadaza dijo...

uuuuuuuuuuta!!

con excepcion del pelo largo rizado y del desayuno en un cafe a las 7 de la mañana, podría decirte que me espiaste vivir.

todo, todo hasta el brazo abajo de la cabeza, todo hasta la estúpida novia y los dos años, todo...

ya oye dejame vivir!!! jaja
besos

Eric Uribares dijo...

Me sigue gustanto tu manejo de lo cotidiano, en cambio, no me gustas tanto cuando quieres utilizar muchas metáforas y ondas de esas....como que me rompe la naturalidad con que hilas algunas frases.


bessooooooooosssssssss

Banjú -el memorioso- dijo...

awww


^^


pq las chikas de tk ke vienen a puebla no son así :P

chido, chido post ^^

Sybila dijo...

Querida Deborah:

Jeje, estaba pensando, de hecho esta misma tarde, que advierto, aún sin conocernos, que tú y yo nos parecemos mucho.

Mmm, o más bien, manifestamos las querencias de manera similar. Jeje, ¿Te acuerdas de la coincidencia de Chopin?

AAAh... jeje, bueno, lo de la mata rizada, ps tengo cierta predilección por los rizos, jeje en la literatura pues. =P

Un abrazo grade grande para tí!!!!!!!

Isteri: oooh, está bien, pondré más cuidado con eso de las metáforas, aaah, es que luego me pico.

Besossssss mushooooos!

P.S. Ohhh me siento halagada por la invitación, haré lo imposible por ir!!!!

BAnjú: Jejeje, no voy a responder, no voy a responder, no voy a responder...

Ps. Bueno, tantito: me dejaron hasta las tres de la mañana en la fiesta, era una hora decorosa para una chica de Tk... ah, se me pegó la poblanez. Juar juar juar.