Hace algunos días uno de mis mejores amigos, Leo, me habló por teléfono. Habían pasado meses sin que yo supiera algo de él. Entre la plática (que duró seguramente más de una hora) me comentó sobre las conclusiones que el buen Charry (otro muy muy buen amigo) delimitó en una conversación sobre tecnología y sus avances.
No se bien que argumentos sostuvieron cada uno...pero lo que se me quedó muy grabado fue algo acerca de la vida eterna: “si ya existen brazos mecánicos que son sensibles al calor, si poco a poco se pueden hacer órganos artificiales con células madres...y adquieren esa sensibilidad...en un futuro quizá hasta se pueda revivir a alguien...un ser humano completo...así no va a ser posible morir... quizá esa sea la vida eterna que Dios nos prometió”
En algún otro escrito había hablado sobre las interconexiones de las que creo está hecha la vida. Para mí son grandes “intercoincidencias”. Esta fue otra más en la existencia que se adviene como la gran red en la que nos movemos.
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La semana pasada, entre algunas revistas que leía durante el día (pues estuve trabajando, pero a veces me sobraba uno que otro ratito libre, cuando no había casi gente en el negocio) me encontré un pequeño articulito de Federico Campbell; en él se hablaba sobre Antonio Damasio, neurólogo que este año fue condecorado con el premio Príncipe de Asturias. ( Juan Rulfo y J.K.Rowling, la creadora de Harry Potter, son algunas personalidades que lo han obtenido tambièn) Las investigaciones de Damasio han dado a la luz obras como: Sentir lo que sucede y el error de Descartes. Que, aunque aluden a pensamientos filosóficos, están sustentados en investigaciones neurológicas. ( la última obra del autor se titula: en busca de Spinoza)
No se bien que argumentos sostuvieron cada uno...pero lo que se me quedó muy grabado fue algo acerca de la vida eterna: “si ya existen brazos mecánicos que son sensibles al calor, si poco a poco se pueden hacer órganos artificiales con células madres...y adquieren esa sensibilidad...en un futuro quizá hasta se pueda revivir a alguien...un ser humano completo...así no va a ser posible morir... quizá esa sea la vida eterna que Dios nos prometió”
En algún otro escrito había hablado sobre las interconexiones de las que creo está hecha la vida. Para mí son grandes “intercoincidencias”. Esta fue otra más en la existencia que se adviene como la gran red en la que nos movemos.
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La semana pasada, entre algunas revistas que leía durante el día (pues estuve trabajando, pero a veces me sobraba uno que otro ratito libre, cuando no había casi gente en el negocio) me encontré un pequeño articulito de Federico Campbell; en él se hablaba sobre Antonio Damasio, neurólogo que este año fue condecorado con el premio Príncipe de Asturias. ( Juan Rulfo y J.K.Rowling, la creadora de Harry Potter, son algunas personalidades que lo han obtenido tambièn) Las investigaciones de Damasio han dado a la luz obras como: Sentir lo que sucede y el error de Descartes. Que, aunque aluden a pensamientos filosóficos, están sustentados en investigaciones neurológicas. ( la última obra del autor se titula: en busca de Spinoza)
¿Còmo es esto posible?
Campbell afirma que “lo que nos ha venido a decir la neurobiología contemporánea es que nada está separado, mucho menos todo lo que se mueve en el campo de nuestra bioquímica o de nuestra biofísica” esta afirmación es el parte aguas de lo que por mucho tiempo se considero un pensamiento puramente racional. "En los tiempos de Descartes, se creía que para pensar bien había que pensar con ‘la cabeza fría’, distanciada de las emociones....en estos últimos veinte años...se ha empezado a establecer fehacientemente que la emoción juega un papel muy importante al momento de decidir. Es màs: se piensa mejor y se decide mejor si la emoción está a tono con el pensamiento más racional"
En la obra titulada El error de Descartes el neurólogo cuestiona los postulados sobre las pasiones que escribió René Descartes en el siglo XVII. “Discrepa de Descartes en el sentido de que en el principio fue el ser, posteriormente el pensar. Soy, luego pienso. Según Damasio no hay porque separar el cuerpo de la mente...”
Finalmente, en su último libro En busca de Spinoza Damasio explora las posibilidades que ofrece el modelo de la mente que elaboró el filósofo Spinoza en el siglo XVII. “ sobre todo su tendencia a referirse no a la mente desnuda o autónoma sino a un concepto que él expresaba con las palabras mente-sentimiento”
En mi pequeño cerebro, dueño también de una serie de intersubjetividades, se empezaron maquilar numerosos pensamientos después de haber leído el texto.
Todos ellos cobraron sentido cuando, el sábado pasado, me encontré en mi antigua escuela a el Sr. Charry. Todo un aspirante a científico, me hablaba sobre electrónica, spintrónica y lo contento que estaba con sus variables y circuitos.
Volvió a decirme que la vida eterna podría ser esa: la que la tecnología nos llevaría a alcanzar como seres humanos, si el hombre era capaz de revivir a otro hombre. Me habló muy entusiasmado sobre la existencia del brazo artificial que era capaz de percibir el calor. “Sentirlo”
Un poco incrédula, como siempre, le hablé sobre el artículo...” podrías hacer que un ser humano vuelva a “sentir”? ¿Qué hay de las emociones? ¿Aunque pudieras revivir a un “ser humano” vale, pudieras poner en actividad toda esa serie de sistemas y aparatos biológicos... tendría también emociones? ¿Tendría toda esa sensibilidad a la vida?
Ambos nos quedamos callados. Sentados sobre las vías de un tren muy viejo, esperando los resultados de sus primos y mi hermano ( ya entran a la universidad) afuera de la preparatoria, donde les aplicaban el examen. Un viento frío empezó a recorrer los terrenos algo verdes por las lluvias....el cielo se nublaba de nuevo.
-En algo tiene razón: no se puede separar mente y emoción. De nada te vale tener todo el conocimiento si no te apasiona recrearlo. De nada te sirve encerrarte en el laboratorio si no te apasiona descubrir algo. Primero te emocionan las ecuaciones, luego las realizas.
-clarooo... es lo que pasa con el arte: es producto de esa emoción... de ese sentimiento, búsqueda creadora.
Se oyó un ruido cercano...¡aguas con el tren! ¿el tren? Pensé inmediatamente...el estruendo debería ser mayor, antes ya lo he sentido... Entonces pasó, solo un vagón que se dirigía hacia la Harinera cercana. La espera iba a ser larga.
-Charry, ¿qué te parece si nos movemos? Si como dices, entraron ya tarde, saldrán mínimo en tres horas...
-va, ¿hacia dónde? Yo no conozco por acá...
Entonces recordé (otra intercoincidencia) que había una iglesia un poco alejada, que no era muy conocida.
-Hice mi trabajo de arte, en tercer año, ¿te acuerdas? Sobre la Iglesia de San Sebastián. Hay un retablo que me gustaría que vieras, esta muy padre...aunque un poco descuidado.
-va..
Caminamos a paso lento, mientras el cielo nos sorprendía con su orvallo.... Llevaba a un lado al chico de las creencias tecnológicas, de las variables y ecuaciones, a quien, sin embargo, había sorprendido a veces leyendo Aura o relatos de Gabriel García Márquez. Y lo llevaba a ver pinturas, y uno que otro elemento arquitectónico. Lo llevaba a ver el producto de nuestro imaginario, de alguna fe, de creencias. Quizá en ese momento ambos necesitábamos un poco de espíritu....un poco de alma.
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