Hace varios años, cuando vivìa en los confines de los territorios angelicales y estudiaba en una preparatoria regional, my dear Leo, Momis y yo incursionamos en el mundo de las letras a travès de un taller de creaciòn literaria, en la Casa de la Cultura del pequeño lugar. Eramos chicos de 16 o 17 años, llenos de admiraciòn por La tregua o La muerte de Artemio Cruz, los 20 poemas de amor ..., o en mi caso, Aura.
Las primeras sesiones entrabamos alrededor de cuarenta personas; en las ùltimas tallereábamos unos siete. El primer ejercicio que nos dejaron fue hacer un relato en el que nuestro animal favorito nos acompañara en las actividades diarias, por una semana. El punto es que leyeramos y los demàs supieran la identidad de ese ente imaginario. Salieron muchas cosas interesantes de eso. Otro ejercicio fue que pasaramos a recrear una escena de teatro, y de allì nos correspondìa sacar a los personajes de una narración, fijándonos en las actitudes que tomaran los compañeros que representaban... ¿como reaccionan los personajes en determinadas situaciones? ¿porqué personificando en mi turno a una mujer de la calle, daba un paso atrás cuando Alejandro intentaba tocarme?... En otro ejercicio cada quien ponìa un detalle para armar una lista de caractarìsticas y con ella tenìamos que hacer un cuento.Esa vez la trama versaba sobre una prostituta: tenìa un tatuaje en la espalda y debìamos poner como se bañaba, además de su comida favorita. Mi relato terminò llamándose Mutta d`Accento, porque a esta mujer le encantaba el aria de La donna é mobile, de Rigoletto. Fue algo muy muy extraño...(Jejeje en ese tiempo ni si quiera sabìa que la ópera se llamaba asì)
Las primeras sesiones entrabamos alrededor de cuarenta personas; en las ùltimas tallereábamos unos siete. El primer ejercicio que nos dejaron fue hacer un relato en el que nuestro animal favorito nos acompañara en las actividades diarias, por una semana. El punto es que leyeramos y los demàs supieran la identidad de ese ente imaginario. Salieron muchas cosas interesantes de eso. Otro ejercicio fue que pasaramos a recrear una escena de teatro, y de allì nos correspondìa sacar a los personajes de una narración, fijándonos en las actitudes que tomaran los compañeros que representaban... ¿como reaccionan los personajes en determinadas situaciones? ¿porqué personificando en mi turno a una mujer de la calle, daba un paso atrás cuando Alejandro intentaba tocarme?... En otro ejercicio cada quien ponìa un detalle para armar una lista de caractarìsticas y con ella tenìamos que hacer un cuento.Esa vez la trama versaba sobre una prostituta: tenìa un tatuaje en la espalda y debìamos poner como se bañaba, además de su comida favorita. Mi relato terminò llamándose Mutta d`Accento, porque a esta mujer le encantaba el aria de La donna é mobile, de Rigoletto. Fue algo muy muy extraño...(Jejeje en ese tiempo ni si quiera sabìa que la ópera se llamaba asì)
Esperanza (que era el nombre de una de las dirigentes del taller) nos dijo "quien escribe debe ser valiente, porque tiene una arma muy poderosa: la palabra". La verdad yo la tomé sólo como una buena frase y la anotè en una de las veintemil mini libretas que jamás sé donde dejo. Aveces me ponìa, como ahora, a dibujar en los cuadernos que llevaba para el taller mientras los demàs daban su punto de vista. Así empecè a platicar con Alejandro, que en ese entonces trabajaba en el Herlado de Puebla en la secciòn de deportes y con quien no habìa intercambiado sino monosìlabos arcaicos. Yo hacìa muñequitas con cuello de àrbol (como las llaman mis primas de Cholula) y escribìa algunas frases inconexas. De pronto se abriò la puerta y un chico nuevo entró para sentarse a lado de Esperanza. Alejandro tomó mi aborto de libreta mientras yo seguía la trayectoria del nuevo y cuando me percaté de ésto se la arrebaté poniendo límites tajantes; él debió pensar que era mi diario o algo así. Nos miramos un momento y al darme cuenta de mi exagerada perturbaciòn le sonreí ruborizada al mismo tiempo que cerraba las pastas y le dicía "todavìa no lo acabo" . Comenzamos a hablar de porque estabamos en el taller, de nuestros primeros libros, de porqué viviendo en un lugar tan chico no nos conocìamos... al terminar le presenté a Leo y a Momis y el hizo lo propio con el profe Enrique. En esas conversaciones salieron autores como Vargas Llosa y... Cortàzar!! nuestros primeros cuentos de Cortàzar...¿Que significaba para nosotros leer y escribir en ese entonces?
Tiempo despuès supimos que la causa de mi distracciòn habìa sido el hijo de Esperanza. Momis y yo hablabamos de èl en la escuela, en el camión para ir al centro, en las reuniones con Ivy and Yos y hasta con el profe Enrique. Leo se ponía un tanto celoso (como suele hacerlo) y decía que no era tan interesante. Yo le comentaba a Moon (chica que en verdad se parece a una Sailor Moon) de lo emocionada que estaba con esto de la creaciòn y con el chico guapo que iba a leer y a comentar los textos. Moon se interesó bastante y decidió entrar al taller. Me dio mucho gusto saber que el destello de la literatura la habìa tocado: tendríamos conversaciones tan interesantes...
Esperanza determinó que serían bienvenidos nuevos participantes siempre y cuando se pusieran al corriente con los trabajos (llevábamos unos cinco). Yo le dije a Moon que la ayudaría, pero ella prestaba su antenciòn al muchacho de enfrente: corroboraba si lo que habìa dicho era cierto y cruzaba la pierna. Ese día leímos la tarea: una descripción nuestra en una cuartilla. El objetivo de ese curso era formar una antología con tres o cuatro textos de todos, para que se publicara: esa cuartilla sería nuestra carta de presentaciòn. Yo le habìa dicho a Moon que la hiciera, aunque fuera su primera o segunda sesión. Algunas de sus frases gustaron mucho. "Lunares de pimienta junto a la boca" fue una de las que recuerdo. Todo iba viento en popa hasta que Esperanaza mencionò nuestro siguiente trabajo: "deben hacer un relato en donde describan una relación sexual" Leo, Momis y yo nos quedamos con cara de "chicos, al laboratorio experimental" y nos reímos picaramente; Moon arqueó la ceja y mordió sus labios un tanto nerviosa " ¿sexo?"
Cerramos la sesiòn con un buen cafecito y quedamos de reunirnos en quince días, tiempo suficiente para preparar algo decoroso (aunque Momis y yo siempre terminábamos haciendo los textos uno o dos noches antes) Salimos como siempre muy risueños, hablando de que Leo no encontraría combi para llegar a su pueblo, pero de lo bueno que sería irnos a comer unos tacos árabes por los Surianos. Moon se resistió a acompañarnos. Ni esa vez, ni las numerosas que salíamos después de clases gustaba de hacerlo. No sabíamos a ciencia cierta si nos consideraba demasiado simples... o demasiado complejos. Lo cierto es que platicaba horas conmigo cuando estábamos en su casa, y me mostraba sus posters de los grupos de moda, o las cartas de sus cuantiosos pretendientes, pero cuando intervenían Momis y Leo se quedaba callada, se ponía derecha, y sólo reía. Nos despedimos de ella y quedè de ir a visitarla para ayudarle con sus demás textos. El profe Enrique nos alcanzó y nos prestó a cada uno un libro de cuentos: a mí me tocó Bestiario, de Cortázar, a Momis Queremos tanto a Glenda, del mismo autor y a Leo, La increíble y triste historia de la Cándida Heréndira y su abuela desalmada, de Márquez.
Durante los recesos de la escuela comentábamos acerca de nuestras adquisiciones. Esas ficciones les interesaron a matemàticos como mi ex novio, a biólogos investigadores como ahora Momis y a futuros médicos, como Ivy. Nos reuníamos en el laberíntico tercero A, donde siempre había cosas que hacer y lo mejor: privacidad porque era el único salón del edificio con cortinas. Normalmente había una mesa donde los chicos de cálculo jugaban ajedrez, otra donde los mortales de diseño y computación entrábamos a las barajas; en las bancas unos intercambiaban informaciòn de los resúmenes de historia y estructura socio-económica de méxico; minetras que otros hacían "bolitas" en el piso y simplemente comían o leían libros... En ese tiempo compré tres ejemplares de Aura y los prestaba ... entrando a la universidad, obviamente, adquirí otro. Moon iba en el B, donde el tiempo pasaba con los mejores looks, las mejores modas y los mejores carros. Moon iba en este grupo y casi nunca iba a visitarnos. En el C teníamos uno o dos amigos y nos decían que era como una selva en donde todos se disputaban algo: la calificación, el aprecio de un maestro, la mirada de una chica, de un chico, el concurso de ofrendas, el candidato a consejero, etc. El D era el grupo de los buena onda, siempre había risas y carcajadas por allá. Anita era una exelente imitadora de cuanto maestro se le acercaba, y como ella había muchísimos entes en patineta, jugando voleiball u organizando la pachanga del viernes. Leo iba en este grupo por azares del destino, pues sus papeles se perdieron en tres grupos màs: uno en turno de la tarde y dos en la mañana. Yo le decìa con un poco de sarcasmo que lo viera por el lado amable: de la generación sería el ente más sociable porque la conocería a toda. Leo reía y me abrazaba, y luego nos reíamos los dos sentados en las escaleras.
Esa semanas tuve que ir a casa de Moon varias veces. Su madre hacía comidas por encargo y aveces mi familia le pedia algunas cosas. Yo acompañaba a Moon a comprar los víveres y de paso platicabamos de la inmortalidad del cangrejo. Emocionada, le preguntè que cuando me daría textos para que los leyera; ella me cambiaba el tema so pretexto del tipo de manzanas que debíamos llevar o la diferencia entre el cilantro y el perejil (por cierto, la semana pasada hice un spaguetti con cilantro en vez de perejil, y saliò muy bueno! ) Determinò entonces que sería una sorpresa y yo dejè de insistir resignada a apreciarlo el día del taller. Con la esperanza de ver si quiera el último texto que nos habían dejado, me quedé una de esas veces en su casa, y rentamos películas. Su hermana se encontraba con nosotras, hicimos palomitas y apagamos la luz. El título ahora no llega, pero actuaba Jennifer López en una escena muy cachonda pero no muy fuerte... de hecho no pude apreciarla muy bien, porque al empezar, Moon agarró el control de la tele y empezó a recorrer la pelicula. "Es demasiado vulgar" "todo menos ese tipo de cosas" "eso hace que las peliculas resulten verdaderamente malas" al ver mi cara de what? añadiò "¿o qué, tu si quieres verla?" yo pensè en mis adentros (ahora que lo recapacito, en mis afueras...en fin) "si ya vi Y tú mamá también, junto a mi madre, y sólo me preguntó que ¿quien me recomendaba esas peliculas? cabe la certeza de que en esta vida todo pueda pasar ... y esto nada tiene de espantoso ni espantable" Para cuando querìa reaccionar y argumetar esto en defensa de Jennifer y sus bubis al aire, la pelicula ya estaba en la escena de un carro verde y una casa gringa. Entonces fui al baño, saqué mi libreta y anoté " Dime, si deveras crees que se pueden desviar a los planetas... no somos totalmente buenos ni totalmente malos: SOMOS" (Despuès, con Heráclito y sus fuerzas de guerra y paz, entendería mejor esa certeza) Esa noche
cenamos, en lo que me parece una de la veces que he estado más callada. La madre de Moon me hacía la platica y yo sólo podía pensar en recomendarle a Moon que leyera Cien años de Soledad y que me dijera si la escena en que dos personajes se amasan le parecìa omitible, destestable y mala... eso me llevò a imaginar inmediatamente "El rastro de tu sangre sobre la nieve" de Doce cuentos peregrinos, y a Nena Daconte y su adiestrado bándalo con una medalla palpiante en el pecho haciendo el amor sobre la nieve...lo que me remitió a Aura, y la parte en que "ella se abriría como un altar". Basta, era momento de que Moon me leyera su texto: si bien es cierto que el mio (mi mente era perversa pero con lugares comunes) llevaba muchas metáforas y no se mencionaban palabras "altisonantes" si había intentado inmiscuirme y plasmar por lo menos imágenes alusivas y un tanto llegadoras. El mio era un pequeño disfraz metafórico... ¿pero el de ella? Cuando saqué el tema la madre de Moon me alcanzó a decir muy orgullosa que ella le dijo algunas frases de su última tarea: pensaba que las palabras y la comida se llevaban muy bien, y le anotó a Moon frases con pimienta y canela. Entonces me empezó a contar sobre las novelas que leyó de joven y como le crearon la ilusión del hacendado a caballo que la llevaría a una casa hermosísisma a vivir y a cuidar hijos con sábanas de seda. Moon se levantó con un "no estoy segura" y se alejó de la mesa. Yo bostecé hasta màs no poder y la seguì hasta la recámara. Moon me dio cobijas, me indico el lugar donde dormiría y me dijo hasta mañana.
No la vi el otro dìa, ni al otro, sino hasta el viernes de taller. Todos traíamos nuestros intentos: El profe Enrique hizo una relaciónn específica y coherente sobre un matrimonio; Alejandro relató un viaje y una pareja en la playa llena de estrellas en veracruz; Leo, la verdad no me acuerdo bien de que hizo Leo; Momis presentó un relato titulado Llegarà, en el que un hombre se encuentra en un departamento y ve el movimiento de una mosca: sigue su trayectoria hasta que el insecto se para sobre las sábanas de la recámara, y bebe un poco de sangre ... mi hamster (jaja aveces da vueltas y vueltas y nada) dio buenos resultados y mi texto se llamó Imagen de agua... aludiendo a la última frase que el protagonista le dice a su amada, mientras mira el crucifijo enorme de madera que hay en la cabecera de la ¿cama?. Leímos todo, hicimos tiempo, y nada: nos convencimos de que Moon definitivamente no presentarìa su texto ese día. Leo y yo andábamos un poco preocupados: Esperanza habìa hecho esa excepciòn (el curso ya iba muy avanzado) porque recomendamos a Moon como una chava responsable y Leo y yo habìamos adquirido cierta credibilidad y estima por parte de las talleristas. Danielito, (por fin supe su nombre) el hijo de Esperanza, tampoco se notaba en clase. Aveces decía que iba al baño, pero como el no tenía obligación de entregar ni de leer, se tardaba muchísimo y todos dejaban por sentado que se iba a visitar por novena vez la sala contigua de pinturas de la pequeña institución de cultura que nos albergaba. Esperanza fue otra vez determinante: Moon ya no entregaría nada, porque la antologìa estaba planeada para que se tallerearan una última vez los textos de todos, y se mandara a la imprenta. Pensè en las ficciones de nuevo, y lo difìcil que era aveces construirlas. Leo me pasó un papelito por encima de la rodilla, y me susurró que me calmara. Mientras se ultimaban detalles del libro yo leí el mensaje: Alejandro me invitaba a salir después del taller a un antro de Puebla. Yo le sonreì y acentí con la cabeza. Como eran de las últimas sesiones, e ibamos muy pocos, sobraba mucho café. Leo y yo tomábamos como chacuacos, y los resultados, de esperarse, eran continuas salidas e interrupciones al baño. Por alguna razòn ajena a mi organismo (le preguntarè un día de estos a Momis) el café surtió efecto algunos minutos antes que acabara el taller, con una fuerza abominable. Con las ganas hasta las orejas, salí del salón, me dirijí hacia la puerta del baño, la empujé y descansé en un instante de la perturbación líquida que me agobiaba. segundos después oí unos quijidos en la puerta contigua: ah... ah...ah...así, espera, mi falda, no tan rápido esperaaaa...ah...aha... por mera curiosidad literaria esperé unos momentos, pues me parecían conocidos los timbres del quejido. El metal (los dos baños estaban divididos por unos cuadrados metálicos negros) empezó a moverse vertiginosamente y al parecer el seguro de la puerta no resistiò tal ajetreo, pues justo en el ¡si si si! de la chica se oyó un gran estruendo y los cuerpos cayeron sobre el azulejo un tanto sucio del baño. Me quedé inmóvil y hubiera querido esperar a que ambos se vistieran y se fueran, pero era un poco tarde para eso: desde afuera se oyó una voz que gritaba: !Danielito! y y las carcajadas de lo que parecían las voces de Leo y de Momis que les impedían ayudar a Moon. La había reconocido en el último !hay! que más de placer fue de dolor al caer al piso. Yo también reí un poco, y pensaba en que al fin y al cabo, ese día si había entregado "su texto"
Salí cuando todo más o menos se calmó. No vi ni si quiera a Moon, que seguramente pensaba en escusas para darme porque le había dicho que me gustaba Danielito. Alejandro me esperaba en el carro, él ya había visto suficiente y todavía tenía que llevarme a que pidiera permiso para viajar una hora hacia Puebla y le llamara a mi prima que vivía en esa capital angèlica para preguntar si podìa darme asilo esa noche en su casa. Subí al jetta plateado, me abrochè el cinturòn de seguridad y me percatè de que Alejandro me miraba:
-¿Me habías comentado que te gustaba Aura?-me preguntó con una sonrisa coqueta.
-Así es... es uno de mis libros...
-Quisiera tenerlo para leerte una cita... esta en mi estudio, y tal vez podríamos...pero si tu lo tienes...
Yo tambièn sonreì, al percibir el inevitable hormigueo de sentir sus manos en mi espalda.
-¿Qué tonta no?Justo acabo de prestarlo...
Nuestro tiempo era un instante. El auto se movío con las trayectorias impacientes de los rines y se perdió dejando atrás algunos llantos y no menos carcajadas. Esa tarde debía ser buena... y yo tendría que explicarle algunas cosas a mi prima...
G.S
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