He pensado en hacer otro blog dedicado solamente a poemas o a fragmentos de libros que me gustaría compartir. Otro proyecto metido a la bolsa, compañero de un clip , un papelito ilegible y ¡un motita sabor plátano! (pero que bien me hace ir a mi tierra y recordar la tienda del abuelo)
Por lo pronto dejo a los ojazos vagabundos que pasen por aquí, una micro (de verdad, micro) selección de algunos poemas de Bonifaz. Estos versos pertenecen a la primera recoplicación de sus poemas, a partir de la antología De otro modo lo mismo (trabajos de 1945-1979). Los datos que señalan los críticos sobre las "épocas" de su escritura los omito. Baste decir acerca de sus influencias, que se vincula a toda una tradición hispánica. El lector perspicaz notará en algunos el ritmo marmóreo de los versos clásicos; aunado a las imágenes de la épica náhuatl que vienen en otros de ellos; también se observa en sus obras un dejo de la tradición hermética, constatado en títulos como Siete de espadas, As de oros, El templo de su cuerpo, etc.
Aunque la selección es breve, dejaré los poemas en pequeñas partes. Esta es la primera
***
Estudios
Poética
IV
IV
Cualquier tema debe ser admitido
En la grávida pureza de un verso
Como noble material. El asunto
No es la fuente de la dulce hermosura.
Nunca el tema es de por sí poesía
Sino sólo desolada materia:
El informe desampara que el arte
Amuralla contra el filo del tiempo.
Tiembla y canta el corazón del poema
Junto a todo lo existente, y consigue
Ocasión en lo real. Todo es bueno
Si la llama de la vida lo enciende.
Pero nunca puedan ser los objetos
En un poema lo que son ellos solos
Sino más de lo que son: la palabra
Les dé lumbre, intensidad y sentido.
Y una extraña aspiración a lo eterno
Se levante de las cosas nombradas,
Y del paso de un instante surgidas
En su oscura soledad resplandezcan.
POEMAS DE AMOR
Canto al afán amoroso
1
Preserve Dios tu santa soledad
Y el río de tus horas.
Lejana siempre,
Ajena siempre a mi dolor te guarde:
Sólo tu amor señale tu camino.
Huerto cerrado, templo
Cerrado, flor cerrada.
Que Dios sea contigo.
Que permita que vivas como eres,
Que mi amor no te duela,
Y que sea siempre esperado
El fruto de tu vientre.
Sólo tu amor señale tu camino.
Huerto cerrado, templo
Cerrado, flor cerrada.
Que Dios sea contigo.
Que permita que vivas como eres,
Que mi amor no te duela,
Y que sea siempre esperado
El fruto de tu vientre.
7
Preserve Dios tu santa soledad.
Ahora tú llegaste y te encendiste
En el fuego mejor, en la más clara
Llama del corazón;
Y en ella, y en mi sueño, te haces mía,
Pero en tu soledad sigues lejana.
Porque también tú eres.
Hoy es un mismo viento
El que ciñe mi voz y conduce la tuya,
Es hoy un mismo polvo el que pisamos,
Y hay instantes muy nuestros, y palabras
Que juntos hemos aprendido.
Pero el recuerdo, amada; el lastre injusto
Que tú y yo soportamos, es distinto;
Sigue siendo distinto en ti y en mí.
Por él siento que estamos separados;
Por él, que estamos solos.
¿Cómo, sin destruirte, lograría que tú fueras yo mismo? Dios te guarde.
Amada:
No me dejes llegar a tu recuerdo.
Algunos poemas no coleccionados (1954-1955)
La muerte y la doncella
2
Yo seguiré cantando. Tú habrás muerto.
Habré yo muerto y seguiré cantando.
Ha de sonar mi voz de vida, cuando
La muerte en celo me haya descubierto.
Como surgidas del sepulcro abierto,
Mis palabras; en ellas, abrasando,
Irá este amor, hoy pasajero y blando;
Entonces, ya, definitivo y cierto.
Y nosotros, ya entonces, ni si quiera
Huesos ni polvo ni recuerdo, juntos
Estaremos. Es triste nuestra vida.
Sólo mi voz hará la primavera
Que quisimos: los cálices difuntos
Que arderán con tu nombre y su medida.
Yo seguiré cantando. Tú habrás muerto.
Habré yo muerto y seguiré cantando.
Ha de sonar mi voz de vida, cuando
La muerte en celo me haya descubierto.
Como surgidas del sepulcro abierto,
Mis palabras; en ellas, abrasando,
Irá este amor, hoy pasajero y blando;
Entonces, ya, definitivo y cierto.
Y nosotros, ya entonces, ni si quiera
Huesos ni polvo ni recuerdo, juntos
Estaremos. Es triste nuestra vida.
Sólo mi voz hará la primavera
Que quisimos: los cálices difuntos
Que arderán con tu nombre y su medida.
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