Y pues si un poquito...je, nada más encerrada en un cuarto grabando... hoy es el último filón, pero como el blog anda abandonadillo mejor les dejo una probadita de la Nueva Antología de Cuento Brasileño Contemporáneo, coordinada por Valquiria Wey. (ah si, ese es el libro que ya acabé de grabar y que mañana entrego.. uhu!)No es el "mejor" cuento (el gusto se rompe en géneros) pero si uno de los más pequeños y uno de los que, sinceramente, me dejó un sabor de boca muy agradable.
(...si nos hubiesemos conocido de niños...tal vez hubiese sido algo así... )
Un saludo a todos los incautos que pasan por aquí...yo me voy a ver si ya llegó el agua! (0_o)
Sobre niños y niñas
Ivan Angelo (Minas Gerais-1994)
(De: O ladrao de sonhos, Sao Paulo, Àtica, 1995)
El niño, de unos diez años, venía caminando descalzo por el sendero de tierra de la hacienda, con una jaula en la mano. El sol abrasaor de la una. La niña, de unos nueve años, iba en el auto con el padre, el nuevo dueño de la hacienda, gente de Sao Paulo. Ella vio el pajarito en la jaula y se lo pidió al padre:
-¡Mira que lindo!, ¿me lo compras?
El hombre detuvo el auto y dijo:
-¡Oye, niño!
El niño se dio la vuelta, se les acercó, cairta de ángel. Se paró al lado de la ventanilla de la niña. El hombre:
-¿Vendes ese pajarito?
-No, señor.
El padre miró a la niña con cara de qué se le va a hacer. La niña insistió suavemente como si el padre todo lo pudiera:
-Díle que me lo venda.
El padre, su intermediario por darle gusto:
¿Cuánto quieres por el pajarito?
-No lo vendo, señor.
La niña se quedó decepcionada y le secreteó:
-Hay papá, cómpramelo
Ella no consideraba, o aún no había aprendido, que un nogocio se hace cuando hay un vendedor y un comprador. En ese caso, faltaba solamente el vendedor. Pero el padre era un hombre de negocios, experto en la Bolsa, acostumbrado a convencer a los más vacilantes o a marear a los más recalcitrantes.
-Te doy diez mil.
-No, señor.
-Veinte mil.
-No, no lo vendo.
El hombre se metió la mano en el bolsillo, sacó el dinero, mostró tres billetes, irritado.
-Treinta mil.
-No lo estoy vendiendo señor.
El hombre murmuró "que niño majadero" y se dirigió a la hija
-No quiere venderlo. Ten paciencia.
La hija, despacito, indiferente a las imposibilidades de la transacción:
-Pero yo lo quiero, mira qué lindo.
El hombre miró a la niña, a la jaula, a la ropa percudida del niño, con una rasgadura en al manga, el rostro rojo de sol.
-Déjame a mí
Se levantó, dio la vuelta y se fue hacia allá. La niña buscaba intimidad con el pajarito, el dedito entre las rejas d ela jaula. El hombre, con maña, estudiaba al adversario:
-¿Cómo se llama ese pajarito?
-Todavía no le he puesto nombre. Lo cacé ahorita.
El hombre, casi impaciente:
-No te preguntési está bautizado, niño. Es un jilguero, un cardenal, ¿qué es?
-Aaaah. Es un pico de lacre.
La niña habló por primera vez con el niño.
-¿Va a crecer?
El niño fijó sus ojos negros en los ojos celestes.
-No crece. Es así, pequeñito.
El hombre:
-¿Y canta?
-No, no canta. Es puro chirrido
-Qué pajarito tonto, ¿eh?
-Sí. No sirve para nada, sólo es hermoso.
-¿Lo cazaste en la hacienda?
-Sí. Ahí en el monte.
-Esa hacienda es mía. Todo lo que hay en ella es mío.
El niño sujetó con más fuerza el gancho de la jaula, y con la otra mano agarró las rejas. El hombre creyó que era el momento y dijo, poinendo una mano en la jaula, dinero en la otra:
-Te doy cuarenta mil, listo, tómalos.
-No señor, muchas gracias.
El hombre, medio mandón:
-Véndeme eso ya, niño. ¿no ves que es para la niña?
-No, no lo estoy vendiendo.
-¡Cincuenta mil! ¡Tòmalos!- y cogió la jaula.
Con cincuenta mil se podía comprar una bolsa de frijoles, o dos pares de zapatos, o una bicicleta vieja.
El niño resistió, sujetando la jaula con las manos temblorosas.
-No lo vendes, ¿por què? ¿por qué?
El niño, arrinconado, intentaba explicar:
-Porque me pasé todita la mañana para cazarlo y tengo hambre y sed, y quisiera quedarme con él un poquito más. Mostrárselo a mi mamá.
El hombre volvió al auto, nervioso. Golpeó la puerta, culpando a la hija por el mal rato.
-¿Viste lo que pasa a uno cuando se mete con esa gente? Son unos ignorantes, hija. Vámonos.
El niño se acercó a la niña y le dijo despacito, para que sólo ella escuchara:
-Mañana te lo doy.
Ella sonrió y comprendió.
5 comentarios:
Yo no entiendo ni a los niños, ni a las niñas...y a veces ni me entiendoa mi misma.
Zoe: bienvenida a mi mundo (cancioncilla feliz: Turu rutú)...
Un abrazo!
Sam
Muy bueno. Dónde los estás grabando? Dónde puedo oirlos?
Un abrazo
¿entonces, si el señor se lo hubiera pedido regalado para la niña desde el principio, el niño lo hubiera dado sin titubear?. Una vez más, una prueba contundente de que el dinero no lo es ni lo puede todo :). Saludos!
A todos los que han pasado por aquì esta semana: muchìsimas graicas por las letras.
Anuar: lo grabo por parte de un proyecto llamado Presta tu Voz, de la UNAM. Para la fonoteca de Humanidades. Si lo dictaminan bien, pues igual te puedo dar una copia o puedes oirlo allí mismo. Es un servicio social.
Un mega Abgrazo y ya estan aquí los chilangos Andaluces!!!!!
Shaka: son cosas de niños... el chiste del cuento es ese: el significado no esta en el precio, sino en el esfuerzo...
Abazos muchos desde la hermana República de Yucatán =)
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